29 diciembre, 2007

2007


La vida manda
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22 diciembre, 2007




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16 diciembre, 2007

Historias cuentan vidas





Solo, sin el silencio que te derrumba, sin el dolor de vivir, sin siquiera los ojos que te ven aunque no existas. Sin ti.

En una oscura cueva, a plena luz del día. Buscando un mundo con algo de alma y un camino a casa, pero encontrando la nada te quedes o te vayas.


¿Hay alguien vivo ahí fuera?


El mundo está reventando, mientras me deja prisionero de mis sueños. Prisionero de todas tus maravillas.


Esta noche... quiero que me esperes, estés donde estés, porque juro que de alguna manera te encontraré. Juro que me abriré paso, aunque sea rebuscando en mi corazón y en mi alma. Y estaré bien. Estaré bien, y será esta noche.


Una vez pensé que sabía todo lo que necesitaba conocer de ti. Tu dulce susurro, tu tierno roce... pero no era suficiente. Debí aprender también que hay un sin ti.


A veces pienso que esto pasará. A veces, que esta tormenta lo acabará arrastrando todo con el tiempo. Y siempre, que encontraré mi camino a través de este día solitario.


Te metiste en tu oscuridad, y ahora todo lo que queda es el amor que pueda tener por ti. ¿Quién tenía razón? No lo sé. ¡No sé, diablos! Sólo sé que es mejor dejar todo lo que sabes, y llevarte cada momento que has sentido. Que al final encontramos una razón para creer, porque siempre hay otro día más y siempre va a ser así. No importa lo que digas. ¿O dejo pasar el tiempo, consumirme, sin saber si ese día llegará? ¿O trato de convertirme en la mano que gire la llave?


Cada llave tiene su cerradura, y la cerradura su propia llave.


Solo. Ojalá hubiese sido, simplemente, que me dejaras solo. Con ese trueno que retumba en cada fibra de tu corazón. Ojalá solo eso.


No importa donde duermas esta noche, vida de mi vida, o lo lejos que huyas. Porque eres única, y si aquí te siento es que aquí estás. Porque como siempre fue, uno solo de tus besos llenaría las largas noches de nuestros veranos. Porque como siempre fue, toda tu ternura sellaría ese pacto secreto que hiciste. Porque como siempre fue, solo tu amor era el que ahogaba a la amargura.

Única.


Basta abrir tu corazón para acabar dañado, y no me digas que no. No me digas que no porque mi fe se partió en dos y aún hoy no atino a comprender qué es ese sonido ensordecedor, que sale de algún lado y me encuentra justo debajo.

No me digas que no. No me digas que estamos viviendo en el futuro y nada de esto ha sucedido todavía, porque no podría soportar esta historia sabiendo que está por ocurrir.


Si pudiera coger un momento con mis manos... ¡Si pudiera! Sé cuál quiero, si pudiera. ¡Dios!

Creo en la tierra prometida. Creo en ser persona. Luchar por ello. Llenar la vida. Lucharla y vencerla.

Pero tus ojos se ciegan y tu sangre se enfría.


A veces me siento tan débil que sólo quisiera explotar. Explotar y hacer pedazos cada rincón de esa ciudad que guarda nuestros pasos. Igual que guardo tu alma, y custodias mi mirar atrás.

A veces deseo, tan simple como un gesto, coger una navaja y cortar todo el dolor de mi corazón.

A veces quisiera ser un tornado para derrumbarlo todo: los sueños que te desgarran; los que te rompen en dos; los que no te dejan más, que pérdida y desesperación.


Sin embargo, voy directo a la tormenta, sin saber qué voy a encontrar ni si voy a encontrarme.

Ojalá a alguien con ganas de empezar algo.


Quizás encuentre de nuevo, los huesos de una espalda que durante unas semanas me bañen en ilusión y brisa. Aunque más tarde sea momento de soltar los dedos y seguir mojándome bajo la lluvia.


Aunque en esta perdición, seguimos adelante. Y al menos ya veo las piezas derrumbarse, mientras busco mi propia solución del puzzle de 'hacer qué' para llegar a ese amor.


Lo elegiría menos duro y lleno de derrota. Con los mismos callejones en los que estuvimos juntos, pero sin el estupor de oír a la maldita ciudad entera aullando.


No le eches la culpa a las mentiras que te mataron.

Échale la culpa a la verdad que nos detuvo.


Por un beso y una sonrisa te daría todo lo que tengo. Pero no por el besar y el sonreír, sino porque siempre traen una voz que dice: no te preocupes, estoy aquí. Sólo susurra la palabra mañana en mi oído, que es lo que necesito para seguir. Un mañana y un cuerpo que espere por el toque de otros dedos.


Un mañana porque hoy no puedo ver nada enfrente de mí, ni sentir nada excepto esta cadena que me ata. Huellas perdidas de tan lejos como fui para sentir tus brazos a mi alrededor y tu sangre mezclada en la mía. Para hacer de la luna un jarabe entre un cielo de oscuridad y pena. Un cielo de amor, de lágrimas, de gloria y tristeza, piedad y terror. Recuerdos y sombra. Nostalgia y vacío... pero también un cielo de plenitud y de vida. Porque me enseñaste a vivir. A poner tus manos sobre las mías e ir hacia arriba, sobreponerse, y levantarse.


Y, yo solo, aprendí a llevarte en mi corazón mientras la noche llega y las cosas se desmoronan.


Va a ser un largo camino hasta casa. Un largo camino de regreso a casa mientras intento comprender qué salió mal. Mientras guardo lo que dejaste en la palma de mi mano justo antes de marcharte y escuchar decir que todos tenemos una razón para empezar de nuevo y la nuestra, tu antes y yo ahora, las más poderosas.

Va a ser un largo camino a casa con las luces apagadas y problemas en el país de los corazones, que nos lleve a vivir cada día dejando que esos corazones rotos sean el precio a pagar por haber amado.


Insistiremos hasta que lo entiendan, y estas tierras yermas empiecen a tratarnos bien. Creyendo en el amor. El que me diste, y la fe en el tiempo, que puede salvarme y darme lo que quiero y sabes: corazón y alma.


Es cierto que las cosas han sido un poco duras, pero sé que van a cambiar a mi manera.


Tuvimos algo bonito. Quizás incluso me salvaste la vida, solo en la jungla, al coger toda la pasión que ofrecías. ¿No es esa la fría verdad?


Estuviste fuera mucho tiempo, pero cuando me miraste a los ojos, sólo pude sentarme y observar. ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer?

Nada más que caminar contigo por el alambre. Defender tus sueños y visiones, como quiero hacer de nuevo. Saber qué se siente. Otra vez. Que el amor es salvaje. Si es auténtico. Si existe. Morir en un beso eterno. Amar con toda la locura de mi alma, y llegar al lugar que queremos ir.


Me sacaré de encima este mundo, con luz y magia, porque no se puede provocar un incendio sin una chispa. No se puede provocar un incendio llorando por un corazón roto.


Me sacaré de encima esta oscuridad, con luz y magia. Porque necesito una reacción de amor, y no me pienso hundir mientras haya un mañana, y tesoros para quien escriba sin punto final


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Gracias por tu vida


11 diciembre, 2007

Diciembre


"Había llegado el último mes del año, y se presentaba frío. Gélido, para nuestro brujito. Pero no por ser precisamente el mes de las primeras y más frías nieves, sino porque hacía media luna, que su alma quedó congelada. Un glacial a su lado, aún estaría candente.
Durante unos días, alguien parecía haber realizado un conjuro con el que aquel brujito perdía al instante ilusiones, sueños, ganas y magia.

El hombre del gorro estrellado seguía habitando aquel lugar donde la luna se tornaba plateada con la sonrisa de los duendes. Donde sus vivientes no sólo cultivaban sus plantas y labraban la tierra, sino también sus amistades y deseos.

No descuidaría fácilmente su suerte, pues como dijo un sabio de aquellos años: las personas olvidan lo que les dices, olvidan lo que les hiciste, pero no olvidan cómo les hiciste sentir."

[...]


Diciembre, 2006

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Una foto


Un concierto, 17 horas de cola, una fila y algunos agradecimientos inesperados. Kitty's back (porque la va a liar). Mucho detrás de una foto. Detrás de una valla. Colores, abrazos, frío, lluvia, sol... Un escenario, el de la vida. Lunas, Cadice, aeropuertos, bufandas, castillos y el resultado de un partido. ¡Qué golazos! Café, gas, chuches, madrugones, patriarcas... Mapas, iglesias, trenes, convalidaciones. Una chuleta, gran cena ligera, ricota, panacota, pizzetas...


Springsteen.

Cicirinella, Pancoto, dulces de ojos cerrados... Pompei, Salerno, Caserta, Roma, Bilbao y una gran foto para cada ciudad. Pasos de peatones, miles de años, mosaicos, hermandades y un volcán. Crema, de chocolate blanco, avellana y coco. Pasta y pescado. Calles, tiempo, palacios, fechas, vinos.

Duelos al sol.


Pensar, pensar y pensar.

Corso, liquirizia, mar y montaña, gafas de sol... una cascada, su jardín y una foto más. Fuentes, Bernini y Miguel Angel. Siempre Miguel Angel.


Andiamo, andiamo. ¿Andamio?

Risas y sonrisas, escaleras, caminos, historia y años, años e historia. Bosques y estanques, oro y marmol. El coliseo de día. El coliseo de noche. Arcos, columnas, imaginación de lo que fue...


Una amistad. Grande. Plena.


la verdad de una boca, apóstoles, un panteón y su plaza, escaleras santas..., Rómulo, Remo, y la loba que los parió.


Una viñera en Salerno.

Un teatro con sus vecinos. Anochecer, una y otra vez. Amanecer, y andiamo. ¡Stato bona! Obeliscos, tumbas, papas y zapatos rojos. Sorpresas y huesos. Cúpulas, tapices. Una guía.


La Pietá.


La Biblia en imágenes, el Vaticano, Roma desde arriba, Roma desde abajo. Campanas y baldaquines. La cruz, puertas santas y cadenas de un condenado. Ángeles, misas, idiomas. Picante. Guardia suiza. Regalos. Cámaras de fotos. El Tiber aquí, el Tiber allí. Artistas de calle, órganos, palacios, taxis, metros... Catedrales, chocolate, mapas, tickets, postales, mozarella, quesos, salumerias, compras, y un Mickey romano...


Y más

Y mejor


Mil fotos

Pero me quedo con lo que hay detrás de esta

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09 diciembre, 2007

Aterrizar



No sé dónde, ni cúando precisamente, comienza el viaje. Este, en concreto, mucho antes de tener el billete.

Puedes saber día, hora, lugar e intención, pero nunca lo que vas a encontrar en realidad.

Igual sucede con la vuelta. Y el regreso. Porque el que tu avión toque suelo no quiere decir que tú hayas aterrizado.



Han sido diez días de viaje, y muchos más sin estar aquí.
Un viaje del que hablar.
Del que pensar.
Del que guardar.


Un viaje en Noviembre, que desborda el estanque de lo que significa; y aterriza en el escritorio y la almohada, dejando los ojos abiertos y el tintero por rellenar.





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01 diciembre, 2007

Estanterías



Dame un segundo.

De mi propio tiempo,
aunque sea.




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