28 octubre, 2007

De 'El brujito y la Isla del León'


- ¿Te has traído las cartas?

El brujito metió una mano en su bolsillo y sacó una baraja con símbolos extraños, a la vez que una piedra preciosa resbalaba sobre la piedra lisa.

[...]

Todos guardaban celosamente sus cartas, menos el brujito, que sorprendió a los allí presentes y colocó las suyas boca arriba, mostrándolas a los demás.

- ¿Qué haces? – le preguntaron –

- Jugar… ¿no?

- Pero para jugar no hace falta enseñar las cartas. Cada cual juega las suyas, sin que los demás sepan cuáles son, para así tener más opciones.

- Ahm. Pues yo suelo jugar así. Estas son mis cartas. Quien quiera que coja las suyas y juegue la partida, que yo voy a apostar siempre todo lo que tenga.

Quienes rodeaban al pequeño hechicero se miraron entre sí y se preguntaron si el brujito no sabía que podía jugar sin enseñar sus cartas… o si era que prefería jugar así. Ciertamente, habitual no era ese modo de apostar por la suerte.

Suerte que todavía quedaban sorbos de café, para diluir aquel extraño lapso.

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2 comentarios:

BeRiTa dijo...

Dime en dónde encuentro a un brujito así, para mi... alguien que se muestre totalmente, que abra su interior arriesgándolo todo, apostándolo todo, aún sabiendo que puede perder...
¿Existe?
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Le echo ganas a olvidar ;)
He intentado bajar canciones de

Los piratas y no las encuentra mi programa =(...

=)Gracias por la letra!! de verdad que llegó justo en EL momento!!

Un abrazo

Javi** dijo...

Creo que con el tiempo, cada vez nos cerramos más. Y nos abrimos solo cuando estamos, mejor dicho, creemos estar seguros de que merece la pena mostrarse así, y que sea lo que tenga que ser.

Pero nos abrimos. Vaya si nos abrimos. Algún día merecerá la pena.