30 abril, 2008

Martes im-previsto



Hoy me han contado historias que merecen la pena.
Hoy me han propuesto historias que merecen la pena.
Hoy los imprevistos han merecido la pena.



Hoy hemos cerrado una puerta que cruzarla,
siempre,
mereció la pena.





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27 abril, 2008

Piscinas



... y donde me tiraría de cabeza...
no hay agua.


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24 abril, 2008

Alma



Yo de mayor
quiero ser
joven


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20 abril, 2008

The ghost











Buen viaje, Danny.


Vayas donde vayas.








Danny Federici (1950 - 2008)
The ghost of the E Street Band










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Te deseo lo mejor


Con algunas personas no es: piensa mal y acertarás.

Es: piensa mal, y te quedarás corto.


Ahora, yo, te deseo lo mejor.
No sé si para que no te acuerdes de mí.

No sé si para que llegues, con mi deseo y el de much@s más,
adonde por ti no podrías llegar: a ser feliz.


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19 abril, 2008

El brujito y el jarabe de luna (y VI)


Había llegado el momento de conocer el primer desenlace, y eso dejaba inquietos a los dos charlatanes.


- A este mejunje le falta algo… - afirmó el brujito.


- ¿No era un jarabe de luna?


Cruzaron sus miradas y asintieron con la cabeza.


- Abre la ventana, que nos preste su plata.


Ahora el julepe tenía la densidad ideal. ¿Qué sería un jarabe de luna, sin luna?


- ¡Ya está! – Se ilusionó el gorro, volviéndose casi celeste.


- Solamente le falta… dejarlo que se temple. Que se tome su tiempo, y que las manecillas de un reloj todavía no inventado, le den el sabor exacto.


- Nada más nos queda llevárselo al guardián del pórtico.


El maguito se quedó pensando, si no era mejor enviarle un mensaje en forma de paloma, para que fuese él quien se acercara a recogerlo.
Llevaba tiempo con esa sensación: prefería esperar a ser buscado, antes que lanzarse a otra aventura. Fuese nueva, o conocida. Se encontraba más seguro, y menos expuesto. Y aunque sabía que una andanza siempre deja un corazón con mejor armonía en su latir, este era momento de aguardar. ¿A qué? A nada en concreto. Simplemente a lo que tenga que venir. Seguro que es lo bueno.


- ¿Algún ingrediente de última hora?


- Sí. Un poco de brisita. Con su correspondiente sonrisa.


Cerraron el libro de secretos, leyendo en un párrafo final la sabiduría antigua:


“Hasta aquí escribieron los que estaban antes que tú. Hasta aquí las sustancias para el jarabe de luna…
… Recuerda que luego, con cada alma que diluya en esta agua de cristal su propio parecer, su sabor se tornará más intenso, más pensado, más dulce…
… Es suficiente con alguna cucharada para cada uno. Y a esperar sus efectos…
…Cada cual los tendrá distintos…”
Lo colocaron en su sitio, el reservado a las ganas de agradar; y se acercaron a la vidriera para darle las gracias a la luna, a través de una mirada, que brillaba, y brillaba, y brillaba. Y brillaba, y brillaba...


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18 abril, 2008

El brujito y el jarabe de luna (V)



Mientras reflexionaban, removieron con cucharones el agua, de fuentes, ríos, arroyos, lluvia y pozos de los deseos. Pero sobre todo, de mar y lago. A la vez que iban enarenando el líquido con cada mágico don de los vivientes.


- ¿Por qué viene tan poca gente a disfrutar de estos jarabes? – Preguntó la voz azulada, contemplando una estantería repleta de libros, pócimas y soluciones.


El gorro tenía razón. No eran muchos los que se acercaban a saber de un jarabe, a pedir un ungüento, reclamar un pensamiento, o buscar un soluble.


- Recuerda que la magia que aquí hacemos, no es la única. Ni tiene por qué ser la mejor. Hay otros muchos brujos, y grandes hechiceros, que pueden atraer con más convencimiento a cada pupila…


La bola interrumpió con su música estas palabras, indicando la hora de gustar el jarabe.




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17 abril, 2008

Una pregunta







Pero... ¿en qué mundo vivimos?




No es una frase hecha



Es una pregunta

que necesita ser respondida



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16 abril, 2008

El brujito y el jarabe de luna (IV)


Ambos se dirigieron al cuarto del caldero. Donde nuestro protagonista experimentaba con distintos brebajes y multitud de ingredientes, cada cual más variopinto.
Argüía pócimas para cada problema que conocía. Aunque bien es cierto que unas funcionaban mejor que otras; y que algunas, incluso, no tenían los efectos deseados. Pero no siempre se puede acertar.


Y allí se encontraban. El aprendiz con su tobardo rojo de acomodadas arrugas, sus guantes blancos e ingeniosos, y una sonrisa de curiosidad y esperanza. El gorro arremangado, con sus estrellas y lunas tatuadas en piel de oro, y buscando preguntas pertinentes. La bola mágica frente a ellos…


- ¿Con qué forjarás este jarabe?


- Este va a ser un jarabe complejo. Pero no porque tenga ingredientes muy enrevesados. O plantas extrañas… Todos se podrán encontrar en cualquier valle, pues crecen en cada lugar que se desee sembrar. Solamente será complejo porque llevará un poquito de todo, y un poquito de cada. En definitiva, casi de todo… y a la vez casi de nada.


- ¿Entonces voy dándote los primeros tarros que encuentre?


- Sí, recoge los que tengas más a mano, que luego ya añadiremos los demás.


El señor azulado se dirigió a la despensa, mientras el hechicero encendía el fogón y limpiaba el agua pura. Encontró un poquito de arena y sal, jugo de nubes y rayitos de sol, momentos vividos… Cada tarrito con la tapadera de un color. Cuencos con besos pequeñitos, cariños controlados, abracitos de varias tallas, miradas largas…


- ¡Tráete los saquitos! – Exclamó brujito con voz ilusionada, vigilando la bola mágica.


- ¿Los saquitos también! (Se lo está tomando en serio, no hay duda).


Deslizó la tabla que los escondía, y con sumo cuidado, fue cogiendo cada uno de ellos.


- Aquí tienes: la empatía, la amistad, la ternura, la paciencia, el optimismo, la convicción, la generosidad…


- Bondad, fantasía, constancia, la gracia, la ayuda…


- ¿Has traído la serenidad?


- Serenidad, autenticidad, perseverancia, complicidad, valentía, sencillez, alegría, sinceridad, el aprendizaje…


- Prudencia, responsabilidad… confianza, superación, compromiso, la expresividad…


Había tantos saquitos, que si no fuera por ese encantamiento que tenía el caldero, no cabrían en su interior. ¡Había tantos…! pero a todos los alquimistas, magos y brujitas del mundo, les fascinaba contarlos uno a uno. No sería esta una excepción.


- Qué suerte, tener polvillo de todas estas… ¿virtudes?


- Bueno, cualquiera tiene esta suerte. Este polen se encuentra a cada paso que das, y cada persona lleva algo de él.


- Lo que sí nos costó fue envolverlos a todos.


- Cierto, pero para eso nosotros trabajamos con la magia.


- Con la magia de cada persona.


- Tú lo has dicho – susurró el brujito demasiado bajo, tanto que el comentario quedó para sí.


- Cada persona tiene más magia, que la que nunca nadie pueda inventar sobre una tina. Tenemos una suerte que alguna vez, dentro de mucho tiempo, nos mereceremos realmente; pues disfrutamos de personas que nos han regalado su arena divina. Algunas, sacos enteros. Nos la entregaron con cada gesto, y no siempre en papel de regalo. No siempre conscientemente.


- Bueno, nosotros respondemos guardándola con cariño, ¿no?


- Y aprendiendo, nunca se te olvide.

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14 abril, 2008

Vivir vivo


Hoy ha sido un día especial para mí, claro está.

Se quiera o no se quiera, suceda lo que suceda, es un día a tener en cuenta porque se cumplen años de que me dieran una oportunidad que no pedí: vivir.



Y el balance a estas alturas, es increiblemente generoso.

En esto tienen mucho que ver la gente que orbita a mi alrededor, brillando en el planetario de mis aventuras, se encuentren donde se encuentren.


Hasta hoy ha sido una vida para no olvidar, en la que si bien alguna vez se prestó al hurto y el desencanto, nunca se llevó nada que no me hubiera regalado antes.

Espero que en la parte de convivir, haya podido colorear alguno de vuestros momentos. Así como yo sufro brochazos vivientes de los tonos más variados que se puedan imaginar.

Muchas gracias por vuestro derroche con mi persona, y recordemos que sólo hay una cosa mejor que vivir vivo y encontrarse bien: seguir haciéndolo.

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El brujito y el jarabe de luna (III)


En su retorno, el aprendiz navegó entre los surcos de su razón, buscando un cómo, un por qué, un quizás y un para qué. Preguntas. Siempre preguntas.


Entre tanto cavilar, los ojos que tenía por observatorio se percataron de una extraña circunstancia: la luna brillaba más que nunca. Y era porque… en aquel cielo que protegía el arcedo, no había ninguna estrella. Solamente la luna. La luna llena. A rebosar.
Parecía que los puntos de luz se habían guardado en el gorro azul, y por ello no podían brillar allá en lo alto.


- La luna. La luna ha debido dormir cada día en un olivar de plata. De allí habrá tomado no sólo su color, sino toda su sabiduría.


- Y del abetal, su misterio – completó el gorro.


- La luna… siempre tiene una cara oculta. Una cara de reserva. Una intimidad bien guardada. Tiene sus fases, y épocas en las que siempre crece. Otras en las que desaparece, para dejar a todas las miles de millones de estrellas del universo, mostrar su brillo más afilado. Sabe dormir la noche como nadie, y mecer una cuna con la mano más templada que puedas imaginar. Tiene su soledad sin sol. Pero toda su luz para viajar alrededor de cada lugar…


- Te fascina la luna, amigo.


- Haré un jarabe de luna, amigo – Apuntó el brujito mientras abría, con la llave de marfil, su humilde morada.

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12 abril, 2008

Norte y Sur




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10 abril, 2008

El brujito y el jarabe de luna (II)



Cien, doscientos… 365 árboles más, y se encontraron con el mercado a las afueras del poblado. Los lugareños pululaban entre los puestos artesanales, intercambiando redondeles de cobre por vasijas, acetres, orzas y tinajas. Canjeando papelillos de colores por marcos, tableros…


- Mira, una estantería. ¿Te gusta?


Te gusta era precisamente una de esas preguntas que hoy tiene una respuesta, pero mañana quizás no.


- No es que no me guste. Es que ahora no nos hace tanta falta. Además, ampliamos hace poco la nuestra, ¿no?


Brujito contestó observando a su vez que nadie accedía al interior de la villa por los pórticos centrales. Eso le extrañó, y hacia allá se encaminó.


- ¡Buenos días!


- Buenos días, ¿qué desea? – le preguntó quien custodiaba aquella entrada.


- ¿Puedo pasar?


- Esta puerta es solamente para aquellos que ya la han cruzado. Y por cómo pregunta, usted no ha pasado nunca por aquí.


El gorro cambió su formación de estrellas y lunas, y se dibujó con una composición más sorprendente. Le solía ocurrir cuando no entendía algo y además le urgía una respuesta.


- Pero entonces, no tendréis nuevos visitantes en esta zona del poblado.


- Cierto. Pero no podemos permitir que, algunos de esos viajeros, siembre una mala semilla en nuestro hogar.


- Me parece razonable tu sentir, aunque si por miedo a una mala cosecha no haces el sembrado, tampoco tendrás una que dé frutos.


En este momento, el alargado acompañante retomó su silueta original, a la vez que el guardián entendió la propuesta.


- ¿Y cómo puedo saber si usted es alguien que merece franquear esta puerta? ¿Qué tiene que no tengan los demás? ¿Qué ha logrado, o hecho distinto y mejor, que otros pretendientes a cruzar por aquí?


Nuestro maguito pensó y pensó. Y a cada posible argumento le encontraba un debate incierto que no podría reafirmar. Tampoco llevaba consigo nada especialmente valioso, ni extraordinario; por lo que con una mirada, le hizo saber al hombre que no le podría dar una respuesta acorde a sus pretensiones.


- Mire, señor brujito. No puedo dejarle entrar por esta puerta… hoy. Algo me dice que usted es capaz de traerme algo con lo que yo pueda justificar su entrada. Espero que me entienda…


- Le entiendo perfectamente. No se preocupe. Quizás vuelva la luna que viene.


- Buen viaje de regreso – le deseó el buen hombre.


- ¡Gracias!


Con lo que dirigió sus pies hacia la arboleda, y se dispuso a idear alguna manera de visitar a los nativos de aquella tribu.


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El brujito y el jarabe de luna (I)


Algunas historias se escriben para ser dormidas.
Algunas letras se dibujan para ser soñadas.

Y a veces el despertador de una idea, el amanecer de un sentimiento, o el susurro de otra cercanía, reviven lo añejo pero siempre reciente. Como esa luna que allá estuvo y acá continúa, presente según luz recoja. Según luz devuelva, si es que alguna vez dejó alguna para sí.

Doce lunas después, un jarabe quién sabe para qué fue pensado, toma nuevo color. El de una plata que tan sólo la sangre, el silencio y el iris saben traer. Una plata que navegó por mi Cádiz cercano; correteó por mis calles judías, Córdoba de esquinas y espaldas encaladas; emigró a fronteras de jazmines y tulipanes; y merodéa entre quien saluda y besa de uno en uno, quien despierta con letras encerradas en la caja que suena, a cada paso que este planeta invita a sentir, y cada giro que esto de permanecer vivo trae consigo; una plata que se ennoblece en cada abrazo dado, agradecimiento en regalo o declaración de cómplice.

Una plata, una luna, un jarabe y su brujito.



El brujito y el jarabe de luna



El gorro y el brujito, seguían caminando por el bosque en la mañana. Era bien temprano, pues todavía el cuidador de aquellas impresionantes arboledas, no había colocado los letreros que identificaban cada vereda. Y aunque el gorro se hallaba perdido entre esas abrumadoras perchas de hojas, el brujito sabía perfectamente que ahora se encontraban en el sendero de los Arces.


Acababan de saludar a los árboles Rowan, por los que el hechicero sentía especial predilección, y todavía le quedaban muchas pisadas para alcanzar el Olivar. Un Olivar que se encontraba al final del bulevar, como debía ser, y antes de llegar a la villa.


El gorro del brujito le preguntó a éste:


- ¿Y por qué el guarda no deja los letreros puestos para siempre? Sería más fácil.


- Bueno. No sé. Quizás haya que dejar momentos para que los caminantes descubran los significados por sí mismos…


- ¿Y si no eres capaz de descubrirlo, entonces qué haces?


- Pues para eso está el guarda, para ayudarte. O para explicarte, qué diferencia hay entre una madera y otra.




El gorro solía preguntar siempre. Y eso agradaba a su compañero, pues le incitaba a poner en funcionamiento los mecanismos que pudiera tener para pensar. A veces repetía el mismo interrogante, o hacía cuestiones que parecían tener respuesta fácil. Pero el que tenía la toga con el primero de los colores, el de la alegría y el deseo, sabía que para una misma pregunta podían existir distintas respuestas. Y que la respuesta que para un día es válida, para otro momento distinto, aun siendo la misma cuestión, es incorrecta. Y hay que buscar una nueva. También tenía la certeza de que aquellas dudas que parecían tener una réplica sencilla, se podían hacer tan difíciles como se pretendiesen. Y que incluso la obviedad no es más que un disfraz para disimular un pensamiento de alta costura.


- ¿Crees que estos árboles significan algo?


- Claro. Todo tiene un significado. Igual que en nuestra aldea conectan la fecha de nacimiento con las estrellas. Con el zodiaco. En tierras celtas la encadenan a distintos tipos de árboles.




El pequeño brujo tenía compañeros que trabajaban, arduamente, con el día que las personas arribaban por primera vez en el planeta. Por lo que tenía ese saber cercano.


- Allá a lo lejos se ven los miradores del arrabal.


El gorro avisó a su amigo, pues al estar a mayor altura, algunos paisajes los avistaba antes que el brujito de guantes blancos.

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08 abril, 2008

Teclas



A veces sabemos a qué lugar deseamos llegar.
Otras simplemente partimos.

Hoy cumplimos años, este blog y en cierto modo, su pulsador de teclas. Y recien llegados de un viaje, recordamos otro que hace un giro al sol comenzó.

Recuerdos del por qué de todo esto. Con qué idea y para quién. Y cuántas vueltas da esto de vivir. Cómo cambian esos motivos. Cómo cambian algunas miradas, voces, palabras...
... latidos.

No sé si debo decir que así lo prefiero. Porque saber la verdad, tropezar con un pedazo de realidad, conocer quién es quién y para qué, por qué, cómo y cúando está, es saber más de Vida.

Si sé que brindo por quienes hasta aquí me trajeron. Por de quien aquí hablé, con rabia y llanto; o sonrisa, orgullo e ilusión. Por quien, entre apuntes y sin pretenderlo, me devolvió las ganas de escribir, persona agradecida como pocas. Y sobre todo, por quien conmigo quiera brindar, mirando a los ojos sin necesidad de decir nada más.






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WAGLIÙ



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04 abril, 2008

Personas y canciones (y III)


Coge tu billete y tu maleta. El trueno rueda por las vías. No sabes a dónde estás yendo, pero sabes que no volverás. Cariño, si estás cansada, apoya tu cabeza sobre mi pecho. Cogeremos lo que podamos llevar, y dejaremos el resto.


Grandes ruedas rodando a través de campos, donde fluye la luz del sol. Reúnete conmigo en una tierra de esperanza y sueños.


Yo te proveeré, y estaré a tu lado. Necesitarás un buen compañero para esta parte del viaje. Deja atrás tus tristezas. Deja que este día sea el último. Mañana saldrá la luz del sol.



Reúnete conmigo en una tierra de esperanza y sueños.



Este tren lleva santos y pecadores, perdedores y ganadores. Putas y jugadores, almas perdidas... En este tren los sueños no se frustrarán, y la fe será recompensada.


Escucha las ruedas de acero cantando. Las campanas de la libertad sonando.


Este tren lleva corazones rotos. Ladrones y dulces almas de difuntos. Locos y reyes. Todos a bordo.


En este tren los sueños no se frustrarán, y la fe será reconocida.


Este tren. Campanas de libertad sonando.



Land of Hope and Dreams
-Bruce Springsteen & The E Street Band-





La muerte tiene un eco eterno en quien no muere.

Envenena la memoria y te abandona en un infierno de hiel, a la sombra de una traición perversa.

Desprecia la mirada desolada, el terror candente, la térrea agonía y el infinito dolor, enmarcando la impotencia de un corazón que si late es por costumbre.

Guadañas, puñales, horcas y venenos. Espadas, desiertos, cruces y hachas. Látigos, piedras, hambre y martillos. Dagas, flechas, cañones y catapultas. Dragones, cíclopes, ogros y centauros. Cáncer, Sida, Peste y gripe.

Juégate conmigo tus armas y vasallos a mis ansias de vivir.
Juégate conmigo tus llaves del cementerio a la omnipotencia del recuerdo de lo vivido. De lo sentido y de lo que queda por sentir.
Atrévete a robarme mis calles, las manos y una piel, o los sueños por compartir.
Mírame a los ojos y apuéstate tus saqueos, tu quitar, a lo que a mí me queda por dar.


Que si el recuerdo envenena, lo cercano enamora.


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03 abril, 2008

Personas y canciones (II)



Hay canciones que te acribillan. Te desgarran las entrañas y lo que quiera que sea el alma. Te acuchillan el cofre que algunos llaman corazón, y desparraman tu sangre que, escasa, se desgañita por ser tinta que dibuje lo que seas capaz de sentir.


Hay canciones que te asesinarían si tuvieras vida. Que arrancan cada recuerdo para crucificarlo en la cruz del olvido. Y mantienen su mirada hasta asegurarse de que tu agonía sea invisible y sin luces.


Hay canciones que te ahorcan en la amargura. Te amordazan con tu propio llanto, y te acorralan para envolverte en miedo porque en dolor es hacerte un favor.




Canciones que te traen lo que fue. Lo guardado. Lo perdido.




Sin embargo hay historias
que cuando las pierdes,
acaban siendo tuyas por siempre.






En un verano suave e infecto
Terry y yo nos hicimos amigos
Tratando en vano de respirar
el fuego en el que estábamos naciendo
Largándonos a las afueras
sujetando la fe entre los dientes
Durmiendo en aquella vieja y abandonada
casa de la playa, consumiéndonos por el calor
Y escondiéndonos en los callejones,
escondiéndonos en los callejones
Con un amor tan duro y lleno de derrota
Corriendo por nuestras vidas de noche
por los callejones


Bailando lentamente en la oscuridad
en la playa de Stockton's Wing
Donde los amantes desesperados aparcan
Nos sentábamos con el último de
los Reyes de Duke Street
Acurrucados en nuestros coches esperando
que sonaran las campanas
En el profundo corazón de la noche
nos liberábamos de todo
Para ir a correr por los callejones,
correr por los callejones
Juramos que viviríamos siempre en los callejones
en los que estuvimos juntos


Interminables tabernas con tragaperras y Valentinos
disfrazados donde famosas bailarinas recogían las
lágrimas de la calle, vestidas con harapos
corriendo hacia la oscuridad
Algunos mal heridos, otros realmente muriendo
De noche a veces parecía que
podías oír a la maldita ciudad entera gritando
Échale la culpa a las mentiras que nos mataron
Échale la culpa a la verdad que nos detuvo
Puedes echarme la culpa a mí, Terry
Ahora ya no me importa
Cuando la crisis llegó a medianoche
Ya no había nada que decir pero yo le odié
y te odié a tí cuando te fuiste


Acostado aquí en la oscuridad
eres como un ángel sobre mi pecho
Sólo otro vagabundo de corazones
llorando lágrimas de deslealtad
Recuerda todas las películas que vimos, Terry
Para aprender a caminar como los héroes
que creíamos que teníamos que ser
Para después de todo este tiempo darnos cuenta
de que somos como el resto
Solos en el parque y forzados a confesar
que nos escondíamos en los callejones,
nos escondíamos en los callejones
Donde juramos que siempre seríamos amigos
en los callejones hasta el final


Escondidos en los callejones
Escondidos en los callejones




- Backstreets -
Bruce Springsteen & The E Street Band








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02 abril, 2008

Personas y canciones (I)


Hay personas que te salvan la vida.
Hay canciones que la cuentan.


Hay personas que te salvan la vida. Al menos la que tienes ahora. Personas que si ellas no fueran, nosotros no seríamos quienes somos: una vida, y su historia.

Hay personas que conjuran su rojo, y su latir, por llevarte a una tierra de sueños y esperanza.
Empeñan su alma, y su soñar, por traerte el jarabe de la luna más plateada.
Te regalan su propia vida, en el envoltorio de una piel.

Hay personas que fueron a vivirte. A hacer que vivas.
Y hay otras que simplemente por allí pasaban. Que quizás cruzaron miradas. Caminos. Que si acaso sin saber saben que son alguien, en la vida que tú paseas.

Unas ven tu vida y se reconocen.
Algunas, no se reconocen sin tu vida.
Y otras, ni imaginan que en el altar de lo que a ti te hacer ser persona, se las venera.
Los motivos: complicados. Como la vida. La que siento que debo, y no imaginas por qué.


Hoy personas. Mañana canciones.

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Agua


Ni te imaginas cuánto

Ni te imaginas cómo

pero sobre todo


NI TE IMAGINAS POR QUÉ



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